Cuba: Tras las historias del Che Guevara en Fomento

por Prensa Latina

Fomento – El poblado de El Pedrero, en la cordillera del Escambray, al centro de la Isla, resguarda con orgullo algunas de las historias más humanas vividas por Ernesto Che Guevara durante los últimos años de la lucha independentista cubana.

A finales de 1958, el guerrillero cubano-argentino se instaló con la columna 8, Ciro Redondo, en esa zona del municipio de Fomento, en la antigua provincia de Las Villas, para desarrollar algunas de las más importantes acciones estratégicas que conducirían al triunfo definitivo.

Desde allí, el Che coordinó la estrategia trazada para la toma de Santa Clara, su más importante victoria militar, y fundó un Frente que consiguió, luego de un arduo trabajo político, unificar los diferentes movimientos revolucionarios en el Escambray.

De esta manera, regiones como El Pedrero, Gavilanes, Sipiabo o Manaca Ranzola fueron escenario del día a día de Guevara junto a sus hombres, donde quedaron algunos de los capítulos más humanitarios del Guerrillero Heroico, contado por los propios campesinos.

De acuerdo con el profesor universitario René Pascual García, presidente de la Cátedra Honorífica Che Guevara de la Universidad de Fomento, la memoria de los pobladores que fueron testigos de esos momentos constituyen las mejores evidencias para la reconstrucción de una etapa vital en la historia de Cuba

Estos testimonios legados por la tradición oral constituyen orgullo de los campesinos y obreros, quienes aún recuerdan con cariño sus vivencias con unos de los más importantes personajes de la historia del siglo XX.

EL ABRIGO QUE REGALA EL CHE 

Una de esas historias recogidas en el trabajo investigativo ‘La huella del Che en El Pedrero, un aporte a la educación en valores’, llega en la voz del campesino fomentense Ylly Pentón, humilde morador del poblado de El Pedrero.

Según narró el propio Pentón, en las primeras horas de una fría mañana, mientras iba de camino a su jornada habitual, intentaba alargar el pedazo de yute que colgaba de sus hombros para protegerse de las bajas temperaturas. Tan distraído iba que no reparó en la figura que le impedía continuar su camino, cuenta el documento. Entonces sintió una voz con un raro acento que le preguntaba: ‘Oiga, usted no tiene frío’, a lo que el primero respondió: ‘Frío sí, pero abrigo no’.

De repente el jornalero vio con sorpresa cómo el hombre se despojaba del abrigo que lo protegía y lo colocaba sobre sus hombros sin pedirle nada a cambio.

Luego entendería la escena cuando supo que aquel era el jefe rebelde de origen argentino al que todos llamaban Che.

Durante años, la pieza formó parte de los objetos de Ernesto Guevara y sus compañeros de la Columna 8 resguardados en Fomento hasta que a petición de sus familiares fue donado al centro de estudios que lleva el nombre del guerrillero.

LAS CASAS DEL CHE EN SIPIABO 

Elia Rosa Baso fue una de las que describió los destrozos provocados por el bombardeo que los soldados y la policía del régimen de Fulgencia Batista, entonces dictador de Cuba, desplegaron sobre el pequeño poblado de Sipiabo en aquellos días.

Sobre su reacción al ver su poblado convertido en cenizas narró:

‘Cuando terminó el bombardeo regresé, pero con la sorpresa lloré mucho: Sipiabo ya no existía. Solamente encontré un montón de cenizas de lo que había sido la casa que con tanto trabajo habíamos construido mi esposo y yo; también la imagen de la Santa Bárbara que algún casquito (guardia del ejército) temeroso salvó de las llamas. Aún la conservo’.

Según su relato, poco tiempo después apareció el Che a comprobar los daños y, ante la sorpresa de la vecindad, aseguró que los campesinos tendrían casas nuevas y mejores allí mismo.

‘Y cumplió lo prometido’, agregaba la campesina ya fallecida. Luego del triunfo revolucionario se construyeron 22 nuevas viviendas conocidas como ‘las casas del Che’ bajo supervisión de la combatiente Sobeida Rodríguez, conocida como Mimí.

LA ÚLTIMA VEZ QUE LO VI 

Sucedió un tiempo después del triunfo revolucionario. El Che regresó a Fomento y quiso reunirse con algunos de los campesinos que lo acompañaron durante su estancia en aquellos poblados.

Lina González, una de las colaboradoras que lo acompañaron en esos días, contaba sobre aquella mañana de 1959, la que se no se imaginó como la última vez que lo vería.

‘Vino a un acto, hizo un discurso y se reunió con gran cantidad de personas de todos los alrededores. Cuando terminó casi no tuvo tiempo ni de saludarnos; recuerdo tenía asma y se lo llevaron para Fomento, porque había otra actividad’.

Sin embargo, añadía, sé que no se olvidó de nosotros; miró para mi casa y me dijo adiós con su mano en alto. Su despedida fue: ‘Abuela, yo vuelvo’.

Hasta los últimos días de su vida, Lina continuó añorando revivir la escena. ‘Yo sé que un día va a llegar por ese camino, con sus botas llenas del barro de El Pedrero’, decía.

Acerca de Fomento en Vivo
Fomento en Vivo comparte vivencias desde el municipio de Fomento en el centro de Cuba y el quehacer de su gente.

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