Nuestro corojo, la Acrocomia Crispa o Cuban belly palm

Nativa de Cuba, la Acrocomia crispa o el corojo se reconoce inmediatamente por su tronco espinoso hinchado en la zona central © Giuseppe Mazza

La Acrocomia crispa (Kunth) C.F.Baker ex Becc. (1912) es originaria de Cuba donde está distribuida en toda la isla en suelos calcáreos. Entre los cubanos le llamamos corojo. Gusta mucho como planta ornamental en los grandes jardines. Se usa como fruta comestible, para extraer su manteca o hacer dulce en la región oriental de la isla. La primera recolecta de corojo en la isla fue hecha por Bonpland & Humboldt, y fue registrada entre La Habana y Regla en febrero de 1801.

La especie es generalmente conocida como Gastrococos crispa (Kunth) H.E.Moore (1968), ha sido incluída hace poco tiempo nuevamente en el género Acrocomia.

El nombre del género Acrocomia deriva de la composición de los términos griegos “akros” = cima, punta y “kome” = penacho, cabellos con referencia a la densa fronda en la cima del tronco; el nombre de la especie es el término latín “crispa” = enrulada, ondulada. s llamada localmente “corojo”, mientras en los países anglófonos se conoce como: “cuban belly palm”.

Su tronco es solitario, alto hasta cerca 10 m, cubierto por robustas espinas negras excepto en la parte más vieja, más bien delgado en la base (30 cm aproximados en la base) y con un característico, pronunciado, engrosamiento en la zona mediana.

La copa es densa, con hojas pinadas, espinosas, largas ,25 m las pínulas de color verde oscuro en su parte superior y verde azulado claro en su parte inferior, están distribuidas en ángulos diversos sobre el raquis.

Flores del corojo. Carretera Trinidad-Sancti Spiritus Foto: Celio Moya

Sus inflorescencias espinosas entre las hojas llevando flores de ambos sexos de color amarillo; los frutos globosos, amarillo anaranjado, de cerca 2,5 cm de diámetro, contienen una discreta cantidad de aceite utilizado con fines alimentarios.

Las semillas son notoriamente de difícil germinación y emplean normalmente desde algunos meses a un año para germinar. Siempre se recuerda el corojo por la frase del General Antonio Maceo en los campos de Baraguá.

Plantación natural de la Acrocomia Crispa, Carretera Trinidad-Sancti Spiritus
Foto: Celio Moya

A pesar de la difundida presencia de espinas y el lento crecimiento es una especie de gran valor ornamental para utilizar en amplios espacios y en pleno sol en las zonas tropicales, subtropicales y templado cálido, de adulta soporta largos períodos de sequía y temperaturas mínimas en el orden de -2/-3 ºC por breves períodos.

Sinónimos: Cocos crispa Kunth (1817); Astrocaryum crispum (Kunth) M.Gómez (1893); Gastrococos crispa (Kunth) H.E.Moore (1968); Gastrococos armentalis Morales (1866); Acrocomia armentalis (Morales) L.H.Bailey & E.Z.Bailey (1941).

Breaking corojo time

Frutos de corojo. Foto tomada por Duanny Suárez en Cienfuegos, Cuba.

En tiempos de visicitudes no es recomendable deslizarse por el frágil muro complaciente de las lamentaciones sino volcarse de lleno de la fragua en la manigua. Y ahora cuando nos aprietan más el zapato, al decir del buen cubano, recordé cuánto la naturaleza nos apunta los pasos si no de un mundo perfecto, sí más humano y en concordia entre seres vegetales y seres animales.

Pues llegó la hora de breaking corojo time, una idea que se me ocurrió desde hace días mientras meditaba sobre las barreras que impone la burocracia en la vida cotidiana de los cubanos. Tal como una guillotina en péndulo sobre nuestras cabezas, el bloqueo mutila sueños a corto, mediano, y no existen plazos largos porque no existen en su plan demoledor. En tanto, mi cultura de sobrevida, en plena adaptación al creciente bloqueo yanqui que nos hace sangrar, prefiere encarar a otro flagelo parasitado que nos corroe: la burocracia penitente en sus diversas manifestaciones que no desiste, que no deja espacio a la paciencia humana y muchísimo menos al derecho a una vejez feliz, pese a todo espíritu renovador de voluntades que supone pensar la isla como país. Persisten los lugares donde ella, la realeza de los cuños, las firmas y los papeles, planta bandera, enraíza y cuesta ciclos de vida para verla transformarse. Como la materia de poner zancadillas parece ser su esencia, no hay poder que la haga desfallecer. Habrá que seguir entonces cantándole las cuarenta, dice mi abuela.

Graficar, o relatar algunas anécdotas que esconden detrás un mal funcionamiento del sistema de atención a la población, el relajado horario laboral, la falta de condiciones en las oficinas de trámites, las subjetividades del trecho del digo al Diego, son algunas de las desmotivaciones que me condujeron a descargar en la primera temporada de Breaking Corojo Time lo que vivo, lo que escucho, lo que siento y lo que sufro. Porque el corojo en pone con su estoicismo en guardia como debería estar toda la sociedad, luchando contra los burócratas y no siendo cómplices del fenómeno.

En el próximo post les hablo del corojo cubano, tan auténtico y duro en sus nueces como lo que hay que cascar en nuestras luchas contra el burocratismo para vivir mejor.