Guapén, una especie de papa a la cubana

En Holguín le llaman malanga aérea, pero en Baracoa conocí al árbol del pan como la Papa de Cuba. Es un frutal que embellece los montes del oriente cubano con sus frondas onduladas y su porte de árbol elegante, digno de parques y plazas cubanas. Al llegar a Guantánamo, su presencia es recurrente en las arboledas del monte.

En Fomento solo existe un ejemplar del Árbol del Pan. Está en el patio de la casa de Boniato el fotógrafo, un hijo ilustre del pueblo y muy reconocido por su foto del Che en la liberación de la ciudad. El guapén fomentense llegó a su hogar desde una postura del Jardín Botánico de Cienfuegos y por la afición de sus dueños al consumo de la fruta, pero nadie más ha podido reproducirlo en mi terruño. Faltan los conocedores de la especie, no abundan sus usos culinarios por una zona donde el precio de la vianda puede subir la presión arterial tanto como el de la carne de cerdo.
En la zona de El Yunque de Baracoa, donde disfruté más su hábitat natural sin notar el cansancio, la especie se mece oronda y soberbia como suelen hacerlo las plantas endémicas de la isla y las exóticas amantes del clima tropical.
Y el guapén no solo gusta de las regiones altas y deshabitadas. Estaba incluso en la comunidad Paso de Toa, donde asistí junto a mis amigos blogueros al Festival de montaña más diverso y peculiar en los 27 años que tiene hoy el Plan Turquino. Que conste, soy montañesa de pura cepa.
Ahora indago más sobre el árbol del pan y aprendo de sus platos peculiares en la región oriental. Un guajiro de El Yunque me contó que puede elaborarse como papa rellena, frito o cocido. Me quedó con la primera presentación, una bola de puré de guapén con queso y jamón. Creo que solo tengo dos opciones para probarlos. O me consigo un ejemplar de guapén o árbol del pan para sembrarlo en mi arboleda o retorno a Baracoa, donde lo conocí para obtener algunos frutos en su tiempo de recolección. ¿Cuál prefieren ustedes?
Ya me dirán, ahora comparto con ustedes una receta que encontré en La Jiribilla: Tostones de guapén encabrejados:

El guapén, más conocido en Moa como “malanga aérea,” es un fruto verde que crece en unos árboles, bastante bonitos por cierto, que luego de pelarlo y destriparlo al igual que una calabaza, bien se puede hervir y comerlo con mojo, que te sabe a una mezcla de fongo y malanga, o puedes coger el fruto medio pintón y freírlo, que sabe como a platanito maduro, o como lo prefiero yo, que es en tostones
encabrejados.
Se preguntarán ustedes de dónde viene el encabrejamiento, y es cuestión muy sencilla:
Resulta que hace apenas un par de semanitas se celebró el encuentro Trova Viva, que contra viento y marea mi compay Fernando Cabreja ha venido haciendo desde el año 2000 hasta la fecha y como él sabe que yo pulso la lira y muy de cuando en cuando me bajo como quien no quiere las cosas con una composición musical de trasnochada factura, pues tuvo a bien invitarme para compartir escenario junto a trovadores del calibre de Ángel Quintero, Roly Berrío, el gran Rogelio, Michel Portela, Alito, el espirituano Derbis Sarduy y Jorge Zurita, un trovador boliviano que anda por nuestra tierra estudiando su carrera de medicina.
Llegué allá junto a mi compadre Bladimir Zamora y el amigo Juanelo que se gastaron una conferencia a dos voces sobre la trova tradicional. Muy sabrosa y bastante polémica. No más poniendo pie en tierra, nos puso Cabreja en las manos un pepino de aguardiente que aquello lloraba ante los ojos de Dios.
Nos dirigimos a su casa dándonos algunos cañangazos y ya nos estaba esperando su esposa Edelis Loyola —que es otra que bien baila componiendo temas infantiles— con una bandeja repleta de tostones de guapén encabrejados.
Luego de probar aquella delicia, no me quedó más remedio que pedirle la receta a Edelis y meter en el maletín un par de ejemplares de la volátil vianda para darles a probar a mis alumnos en las clases que semanalmente imparto en mi conuco de Alamar.
Aquí les va la receta:
Trépese en la mata y apee un par de guapenes que estén hechos, pélelos, sáqueles la tripa y lávelos con agua abundante. Luego córtelos en trozos medianos y póngalos a freír en manteca tibia y fuego moderado. Cuando ya anden flotando y estén blandos, sáquelos, aplástelos un poco y córtelos al medio como imitando un bocadito sin terminar el corte y póngales dentro una lasquita de jamón de pierna bien curado, atraviéselos con un palillito de madera, y tírelos a freír con la grasa bien caliente. Una vez fritos, báñelos en salsa de tomate picante y ya están listos para el pica’o.
Esta receta es de la autoría de Fernando Cabreja, muy buena realmente, y quiero aprovechar para mandarles un saludo a él y a su bonita familia, deseándoles suerte y ánimo para que siga haciendo su trabajo en radio “La Voz del Níquel” y batiéndose en esa desigual esgrima contra los molinos de viento que le quieren tumbar de su rocín flaco. Y me despido con una frase suya, que está escrita en letras grandes a la entrada de la Casa del Joven Creador de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), y que reza:
“Moa es algo más que ese brazo de horno ardiendo.”

Acerca de Fomento en Vivo
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